Sin trabajar y más temprano de lo que esperaba, el día se había levantado con un sol intenso que daba un cálido abrazo a la venida de un tiempo nuevo. Era una mañana histórica, y no quise perder la oportunidad de ver en vivo el desfile del nuevo Rey, por lo que fui paseando al salir de casa dejando el discurso en el congreso. Recordando momentos que había vivido con la pasión de su padre por la monarquía, que siempre recordaba que era la garantía de paz para tener atadas a las dos Españas.
Llegando a la Gran Vía, busco algún lugar donde pudiera ver algo, costó encontrar hueco entre la multitud que esperaba un desfile que no quedaba claro como se iba a discurrir. Los colores rojo y gualdo inundaban las calles y tomé mi lugar para grabar en mi retina unos segundos que recordaría para siempre.
Un niña se acercó a mí, me hizo gracia su pinta, con un elegante vestido rosa y una banderita en la mano. La sorpresa llegó al levantar la mirada, cuando vi a Sergio, había quedado con él hacía una semana contactando por Grindr. No tenía fotos en el perfil, pero gastaba un cuerpo envidiable, por lo que me animé a invitarlo a casa para pasar un buen rato. Fue una noche agradable, era simpático y follaba bastante bien, le iba el vicio, cosa que me parecía genial. Habíamos hablado unas frases después, casi tenía confirmado que quedaríamos mañana, cena en mi casa, y polvazo. Me apetecía conocerlo un poco mejor, pero ya se sabe que en este tipo de relaciones es mejor dejar fluir las situaciones sin forzarlas.
La cara de Sergio cambió, de hecho tornó a un blanco similar al de Iniesta en invierno, pero no dudé en acercarme a saludar.
-Hola, ¿Qué tal?- Le dije sonriendo.
-Bien, muy bien. ¿Y tú?- Noté forzadas sus palabras, cuando la niña se abrazó a su pierna y una chica vino a decirle algo.
-Cariño, creo que está a punto de pasar el coche, he leído que es descapotable y va de pie- ¿Era su novia? ¿Mujer? Bueno, da igual, el breve atisbo de ilusión se apagó en mi sin dolor. Rey muerto, Rey puesto, nunca mejor dicho. Ella se colocó al lado al hablarle, esperando descaradamente que me presentara como ese desconocido con el que hablaba.
-Te presento a un compañero de trabajo- No se lo creía ni él, pero la inocencia es bonita.
-Miguel, encantado- Dije yo acercándome a dar dos besos.
-¡Que casualidad encontrarnos! Vente por aquí conmigo, Juan y yo, tenemos una nevera para la espera, llevamos dos horas con la niña para tener una buena visión- Ya poco sorpresa era que le hubiera dicho un nombre falso, el mundo del armario era muy previsible. Sonreí y pasé donde estaban. Me dio una botella de agua que bebí con gratitud.
De pie, estuvimos unos segundos al lado uno de otro, la chica se puso en la barrera con la niña preparadas para ondear al paso de la comitiva, que asomaba al fondo animada por los gritos de los congregados por todo el camino.
-Gracias por seguirme el rollo, siento que te hayas enterado así.
-Cada uno lleva su vida como quiere, no me gusta juzgar.
-¿Sigue en pie lo de mañana?
No pude evitar una sonrisa en mi cara ante tanto descaro por su parte. El gentío lanzo un grito unánime al paso del coche descapotado: ¡Viva el Rey!
Yo solo puede decir ¡Viva!, antes de darme la vuelta y retirarme aprovechando la aglomeración, pensando en si un buen polvo merecía meterse en un lío que le daba la impresión que acabaría regular.
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