No todo va a ser literatura gay, hoy vamos con la crítica a una de las películas de temática que más ha dado que hablar en la última temporada.
Weekend es una historia diferente, tanto en su contenido como en su continente. La película nos cuenta una historia de amor sin edulcorar, tan real que los que hemos vivido momentos así no podemos dejar de sentirnos reflejados. La química entre los protagonistas es perfecta, y dentro de la soledad que ambos sienten, consiguen encontrar un lugar que llevan buscando mucho tiempo.
48 horas de planos cerrados, conversaciones sencillas y chispas, en un ambiente frío de la Inglaterra obrera. Con una sencillez que derrocha honestidad se presenta una historia para todo tipo de público, sobre personas, la fugacidad de los sueños y la inestabilidad de la vida.
Altamente recomendable, y una muestra que sin grandes medios se pueden hacer cosas que no dejen indiferente a nadie. Puede que no sea una obra maestra, pero ha abierto una puerta que muchos otros tomarán en el futuro.
¡Exacto, una historia diferente! El próximo estreno de Looking 2 , una serie de HBO sobre tres amigos homosexuales (y sus citas y problemas cotidianos) que viven en San Francisco, me ha recordado la necesidad de ver esta película que en su momento se me escapó de las carteleras de cine. Weekend, escrita, dirigida y montada por Andrew Haigh, que también está tras la producción de la serie de HBO. Que por cierto ambas propuestas tienen un estilo similar, en cuanto a la fotografía y el acercamiento a los personajes, aunque también numerosas diferencias: la serie sitúa a los personajes en el meollo de la comunidad gay de San Francisco, en una ciudad turística y tolerante, con personajes que viven su sexualidad con abierta normalidad y por tanto encuentran más facilidades para poder expresarse como tales, lo cual da pie también a incidir en algunos clichés; por su parte, la película de Haigh se ubica en Nottingham, una ciudad no tan cosmopolita como el Londres multicultural y en un mundo no tan empático con los homosexuales como suelen serlo las grandes capitales que atraen a turistas gays con alta capacidad adquisitiva. El matiz es importante, pues en este siglo XXI el tema de la aceptación de la libertad sexual de las personas no está tan extendido como habitualmente, y dentro de nuestra mentalidad moderna, suele entenderse.
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